="DC.Title" content="El cardenal Jiménez de Cisneros libertando a los cautivos de Orán, 1869. Francisco JOVER Y CASANOVA"/>

El cardenal Jiménez de Cisneros libertando a los cautivos de Orán, 1869

Francisco JOVER Y CASANOVA (Muro, Alicante, 1836 - Madrid, 1890)
- Óleo sobre lienzo -
287 x 435 cm

"Obra depositada por el MUSEO NACIONAL DEL PRADO en el Senado"

Después de la muerte de Isabel la Católica, el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, figura central de la historia de España en los años anteriores a la llegada de Carlos de Gante a la Península, intervino en la conquista de Orán. La Historia de España de Modesto Lafuente recoge este pasaje, que sirvió de inspiración al cuadro de Jover: "El portador de esta feliz nueva fue el capitán Villarreal. El Cardenal la recibió con moderada alegría, dio gracias a Dios y al día siguiente partió en una galera a Orán con los sacerdotes y religiosos que solía llevar en su compañía. El gobernador de la Alcazaba le presentó las llaves de la fortaleza y puso a su disposición la riqueza y botín, que ascendía a una gran suma; pero Cisneros, no queriendo nada para sí, mandó que se reservara todo para el Rey y para el sustento de sus soldados. Lo que más lisonjeó al Pontífice y general, fue el gusto de abrir por sí mismo los calabozos subterráneos y dar libertad a 300 infelices cautivos que gemían allí entre cadenas".

Este cuadro fue premiado con medalla de segunda clase en la Exposición Nacional de 1871, donde obtuvo doce votos a favor, siete en contra y una abstención. La crítica coetánea a su presentación en Madrid -dos años antes se había exhibido en el Salón de París, pero había pasado bastante desapercibido- fue muy elogiosa con la pintura, aunque parece bastante mediatizada por su preferencia hacia el tema. No obstante, también fueron señalados algunos defectos formales: el crítico de La Ilustración Española y Americana encontró, por ejemplo, que había "un tanto de pompa en el traje y armadura del guerrero colocado en primer término a la derecha del espectador", al tiempo que percibía "en todo el grupo de ese lado algo que chilla, por falta de conveniente degradación en el colorido". A Tubino le desagrada "el color morado del traje cardenalicio, la actitud del capitán que está en primer término, en el lado izquierdo, que es forzada y enfática; y la figura del paje que viste de azul, que resulta achaparrada, quizá por las exigencias reales del jubón. Fáltale relieve y modelado al anciano que yace en el ángulo anterior derecho, y en el conjunto señálase tendencia al amaneramiento".

Compositivamente Jover parece tener presente Los apestados de Jaffa (París, Musée du Louvre), de Gros; aunque, en todo caso, no hace más que repetir los recursos visuales más frecuentes del arte de los siglos XVI y XVII, fenómeno estético que se produce en el arte europeo desde el Neoclasicismo, enmarcado dentro de la reinterpretación laica de las iconografías religiosas tradicionales. La obra había sido realizada en Roma en 1869 y responde, pues, a un riguroso aprendizaje académico de los recursos representativos que un pintor debía conocer, con objeto de enfrentarse con éxito a la realización de un cuadro de historia. No obstante, el resultado posee una apreciable madurez, al menos dentro de la producción de su autor, con fragmentos de color intenso y expresiones muy emotivas.

Una copia de este cuadro, realizada por Manuel Picolo, pensionado por la Diputación Provincial de Murcia, se conserva en el Museo de esta ciudad. (Texto de Carlos Reyero Hermosilla, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, págs. 270 y 272).