Concilio III de Toledo, 1862

José MARTÍ Y MONSÓ (Valencia, 1840 - Valladolid, 1912)
- Óleo sobre lienzo -
222 x 328 cm

"Obra depositada por el MUSEO NACIONAL DEL PRADO en el Senado"

La obra está inspirada en el siguiente pasaje: "Deseando Recaredo solemnizar el cambio de religión verificado en su Estado, convocó en Toledo un Concilio nacional que fue el tercero que se celebró en aquella ciudad. Presentóse el Rey ante la venerable Asamblea, y dando cuenta brevemente de su conversión, la exhortó a que siguiese su ejemplo, ofreciéndole un pliego firmado de su mano y de la Reina Bada, en que manifestaba la preferencia que hacía de la fe católica y abjuración de la herejía arriana, siendo recibido de los Padres con gran aplauso y suscribiendo el dogma algunos nobles".

La escena sucede en el ábside semicircular de una iglesia, enmarcado por un par de columnas corintias en cada extremo, con una doble cruz en el centro de la composición, símbolo de la ortodoxia. En la pared del fondo se intuye un apostolado pintado, de reminiscencias paleocristianas o bizantinas, que refleja las preocupaciones del pintor por ubicar temporalmente la escena, de acuerdo con los conocimientos histórico-artísticos del momento. Estos intereses eruditos del pintor, destacado historiador de su tiempo, además de pintor, se ven reforzados por la utilización de un formato casi semicircular para describir las escenas sobre el lienzo, en cuyas esquinas superiores se leen sendas inscripciones alusivas al acontecimiento y a su protagonista. Ello pone de manifiesto la intención de establecer un cierto paralelismo entre su concepción como pieza artística y el tema antiguo que representa, que forman una unidad inseparable, dentro de las ideas de integración de las artes, típicas de la tradición romántica.

A pesar de su modesta calidad, en la órbita de un nazarenismo muy popularizado en aquellos años, con sus tonos pardos, composición convencional y afanes fundamentalmente dibujísticos, que no demuestran más que un discreto oficio, la pintura reúne algunos de los ingredientes más característicos del género histórico, como el escribano que levanta acta de la solemne declaración, elemento iconográfico que sirve para ratificar la verdad histórica de la escena, y, por supuesto, la actitud declamatoria de los personajes que, en realidad, sugieren una acción sucesiva, que es necesario recrear imaginariamente, en particular la figura del obispo nimbado del primer término a la izquierda, presumiblemente identificable con San Leandro.

El cuadro obtuvo una mención ordinaria cuando se dio a conocer en la Exposición Nacional de 1862. (Texto de Carlos Reyero Hermosilla, dentro del libro "El Arte en el Senado", editado por el Senado, Madrid, 1999, pág. 278).