Manuel de LA PEZUELA Y CEVALLOS. Marqués de Viluma (A Coruña, 1797 - Madrid, 1872).

Francisco JÓVER Y CASANOVA (1836-1890)
- Óleo sobre lienzo -
100 x 75 cm

Manuel de la Pezuela y Ceballos, nació en 1797, en el seno de una familia hidalga oriunda de Entrambasaguas (Santander). Su hijo segundo Marqués de Viluma y sexto Presidente del Senado, de ideas conservadoras al igual que su hermano el Conde de Cheste -uno de los más conspicuos miembros de la camarilla de Isabel II-, desarrolló toda su vida política bajo la protección del General Narváez con el que fue Ministro de Estado en 1844, y Presidente del Senado en las Legislaturas de 1846-1847, 1851-1854 y 1857-1858.

El autor del retrato, Franciso Jover Casanova, nació en Muro de Alcoy (Alicante) en 1836. Está representado en el Senado con otros dos retratos de la Galería de Presidentes, además de la Jura de la Constitución por S.M. la Reina Regente, doña María Cristina, y dos cuadros de historia, en depósito del Museo del Prado,  Últimos momentos de Felipe II y el Cardenal Jiménez de Cisneros libertando a los cautivos de Orán. Precisamente en este género de la pintura de historia es en el que más destacó el pintor Jover al igual que otros muchos artistas del siglo XIX cuya formación parecía encaminada al mejor cumplimiento de este cometido, que tenía en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes su mejor plataforma de difusión.

Con cuadros de historia concurre Jover a sucesivos certámenes desde 1862 -Colón conducido a España con grilletes, que pasa desapercibido para la crítica y el jurado-, siguiendo por 1864 -gana una tercera medalla con el mencionado Últimos momentos de Felipe II-, y 1871 -donde el Jurado premia con segunda medalla El  Cardenal Jiménez de Cisneros libertando a los cautivos de Orán, referido anteriormente-, para terminar con la de 1881, en la que su Reposición de Colón, mereció una primera medalla, pero en la propuesta de ampliación de premios formulada por el Jurado aunque denegada por la Administración.

Estos cuadros de historia de Jover denotan las que son sus principales características: dominio y precisión en el dibujo, acertada composición y un colorido muy poco tonal, fruto todo ello de su sólida formación académica. Característica que explican el realismo que desprenden dichas obras -un crítico despachaba su participación en el certamen de 1864 con un lacónico pero significativo Jover en Los últimos días de Felipe II, cuya celda se visita en El Escorial-, y el relativo éxito que tuvo en el retrato, pues en principio se ajustaban también a lo que se pedía en este género: una exacta representación del modelo que permitiera su reconocimiento. 

Así ocurre con este retrato del segundo Marqués de Viluma vestido con el hábito solemne de las órdenes militares, ocupando un lugar preeminente el gorro con la Cruz de Calatrava. Tanto los detalles del atuendo con sus pliegues, bordados y cordones, como los anatómicos están perfectamente reflejados y dibujados. Pero, por eso mismo resultan también excesivamente duros, lo que va en detrimento de la naturalidad y expresividad del modelo. Por ello el marqués aparece distante y ausente, sin provocar el menor asomo de atracción o simpatía en el espectador, salvo la de admirar su ejecución.